En el mundo actual, la Inteligencia Artificial ha emergido como una fuerza transformadora en diversos campos, incluida la educación. Sin embargo, existe un debate en curso sobre si es una amenaza que reemplazará a los docentes y desvalorizará la importancia de la investigación, o si por el contrario, es una herramienta poderosa que enriquece la experiencia educativa. Veamos. 

El enemigo de la investigación: ¿Una educación “servida”? Uno de los argumentos en contra de la IA en la educación es que, al proporcionar información instantánea y fácil acceso a datos, los estudiantes pueden caer en la complacencia y dejar de lado la investigación y el pensamiento crítico. Al tener información al alcance de sus manos, podrían perder la oportunidad de desarrollar habilidades investigativas y de análisis, fundamentales para el aprendizaje profundo.

Sin embargo, es importante destacar que esta tecnología en sí misma no es la responsable de la falta de investigación. La forma en que se utiliza y se promueve su uso en el entorno educativo juega un papel crucial, ya que también puede ser diseñada para fomentar la curiosidad, el pensamiento crítico y la investigación activa, guiando a los estudiantes hacia la búsqueda de conocimiento en lugar de simplemente proporcionárselo.

La IA como herramienta de potencial infinito. Por otro lado, tiene el potencial de ser una aliada valiosa en la educación. Al automatizar tareas repetitivas, puede liberar tiempo para que los docentes se enfoquen en actividades de mayor valor, como el asesoramiento individualizado y la creación de experiencias de aprendizaje personalizadas. Puede adaptarse a las necesidades específicas de los estudiantes, brindando recursos y actividades que se ajusten a su nivel de habilidad y ritmo, lo que resulta en un aprendizaje más efectivo y significativo. Además, puede proporcionar retroalimentación inmediata y personalizada a los estudiantes, identificando áreas de mejora y ofreciendo sugerencias específicas para fortalecer su aprendizaje. Esto no solo mejora la eficiencia del proceso educativo, sino que también empodera a los estudiantes al brindarles herramientas para su propio crecimiento y desarrollo.

Más allá de las diferentes posturas, hay algo que no podemos dejar de lado y que es sumamente importante, más allá del uso específico en educación: es una tecnología en desarrollo por lo que hay mucho camino para mejorar y hay múltiples aristas que aún no han sido exploradas e incluso daños colaterales que todavía ni podemos imaginar. No por nada magnates de la industria de la talla de Elon Musk decidieron frenar el avance desmedido que estaba tomando ChatGTP. Él mismo fue quien expresó: «Uno de los mayores riesgos para el futuro de la civilización es la Inteligencia Artificial. Es positivo o negativo y tiene una gran promesa, una gran capacidad, pero con eso viene un gran peligro».

Es más, tan riesgoso puede ser que tenemos una confesión que hacerle a nuestros lectores: los hemos engañado. Más de la mitad de esta nota fue elaborada por el mismísimo ChatGTP y posiblemente la gran mayoría no lo haya detectado hasta esta revelación. Incluso los invitamos a repasar los párrafos anteriores para tratar de dilucidar cuáles fueron pensados y redactados por la mano humana y cuáles nos fueron previstos sin esfuerzo alguno. Les advertimos que no será tarea sencilla ya que la tecnología ha hecho muy bien su trabajo. 

Con esto lo que queremos transmitir es que si nosotros pudimos valernos de esta tecnología para escribir una simple nota de blog rápidamente, los usos que se le puede dar para fines menos éticos son infinitos. Posiblemente aquí la prudencia sea la mejor aliada para no cometer pasos en falso. Es fundamental entender que, al menos por ahora, la IA permanece en poder de las personas y somos nosotros quienes tenemos, o deberíamos tener, el control. La clave estará en encontrar el equilibrio adecuado entre la utilización de la tecnología y la importancia de la interacción humana. Concretamente en el ámbito educativo los docentes siguen siendo esenciales para guiar, motivar y brindar apoyo emocional a los estudiantes, mientras que la IA puede ser una herramienta complementaria que mejore su labor.

En conclusión, la inteligencia artificial en la educación no es necesariamente un enemigo sino que puede ser una herramienta poderosa que potencie e impulse el proceso educativo, siempre y cuando se utilice de manera ética y efectiva. Depende de nosotros, como sociedad y como educadores, aprovechar su potencial de manera responsable, diseñando experiencias enriquecedoras que fomenten la investigación, el pensamiento crítico y la colaboración, sin descuidar la importancia de la interacción humana en el aprendizaje.

«La inteligencia artificial tiene el potencial de abrir nuevas puertas y transformar el mundo tal como lo conocemos. Si la utilizamos de manera ética y responsable, puede llevarnos a logros extraordinarios en todos los ámbitos de la vida.»

—Elon Musk